El relojero


Un día el gato, jugueteando,
tiró al suelo mi reloj –su maquinaria
se detuvo.
Estrafalario, gruñón, el relojero,
mientras inspecciona las esferas,
con sorna, farfulla: "Más valdría
que ocupásemos el tiempo
en desocuparnos de él".
Esas palabras,
desde entonces, no me dejan en paz.


 

(de La llegada del mal tiempo)