Pregúntate por la grandeza de lo insignificante, por qué el tiempo no tiene marcha atrás.

Pregúntate qué eras antes de lo que eres, a dónde irás después de estar aquí.

Por qué el sol abrillanta las piedras mojadas y no hay consolación frente al asalto de la tragedia.

Pregúntate qué fue de la magnificencia de los cuerpos que amaste, del gozo en pasear por lo incorpóreo.

Pregúntate dónde quedaron los paisajes que abrían de par en par tu boca, dónde las noches que alumbraban el contorno de los perfumes.

¡Y pregúntate por qué te preguntas aún!




(de Los deslumbramientos seguido de Recapitulaciones)